¿Cuántas variedades de papaya o plátano conoces? ¿Y de jitomates o calabazas? Si tu respuesta es dos o tres, no estás solo.
La mayoría de nosotros sólo conoce unas pocas variedades de estos alimentos, cuando en realidad existen docenas de ellas. Además, la mayoría de nosotros consume casi siempre las mismas frutas y verduras durante el año y rara vez tenemos oportunidad de probar algo nuevo y diferente.
¿Y por qué es esto? Nuestros sistemas alimentarios actuales están dominados por grandes empresas productoras, comercializadoras y transformadoras de alimentos que priorizan la eficiencia y rentabilidad sobre la diversidad, la sostenibilidad, la resiliencia y la inclusión social. Para las grandes empresas es más fácil y rentable producir y comercializar grandes volúmenes de un número limitado de frutas o verduras, que aprovechar la riqueza y diversidad alimentaria que ofrecen las distintas regiones de nuestro país. Aún, cuando haya que transportar los productos agrícolas grandes distancias para llegar al mercado.
¿No te parece paradójico que en el supermercado sea más fácil encontrar manzanas, duraznos, fresas, berries o kiwis, que son producidos en regiones lejanas, en lugar del nance, la guaya, el caimito, el zapote negro, el saramuyo, la guanábana, o el mamey que se producen localmente?
¿Y alguna vez has probado los ibes, una especie de frijol que se encuentra en la Península de Yucatán en muy diversos colores? ¿O la lenteja de milpa, la cebollita de ixil, el pepino kat, los tomates criollos o la gran variedad de calabazas que se producen en nuestro estado?
Foto: Pitahaya, también conocida en otras partes del mundo como la fruta del dragón.
Todos estos productos son parte de nuestra riqueza agroalimentaria y juegan un papel importante en la cultura local, así como en la vida de los pequeños productores de alimentos. Desafortunadamente, muchos de estos productos se están dejando de consumir y cada vez es más difícil encontrarlos. Los productores de alimentos, quienes son los guardianes de nuestra agrobiodiversidad, cada vez tienen menos incentivos económicos para producirlos y enfrentan muchas barreras para comercializarlos de manera justa.
Esta problemática fue identificada en marzo de este año durante los Diálogos por Mérida, un evento que organizó el Laboratorio de Innovación Colaborativa (LINNCO) junto con el Ayuntamiento de Mérida. En este encuentro, que reunió a un grupo diverso de actores del sistema alimentario local para intercambiar experiencias y propuestas, los mismos productores de alimentos hicieron ver la necesidad de encontrar formas creativas para dar a conocer la diversidad de productos de nuestro campo, utilizando tecnologías emergentes y las más avanzadas estrategias de comunicación y marketing digital.
En el LINNCO hemos decidido abordar este reto y desde el verano hemos estado desarrollando una iniciativa para promover la exploración, revalorización y disfrute de la diversidad y riqueza del campo yucateco. Un grupo multidisciplinario de estudiantes y profesores de la universidad hemos hecho investigación sobre la historia, características, propiedades y usos de diversos productos agrícolas que son poco conocidos, pero tienen un potencial increíble. También, estamos desarrollando una campaña de concientización y movilización social que combina el uso de un sitio web, redes sociales y códigos QR en puntos de venta para ofrecer información relevante, práctica y atractiva desde el momento en que las personas planean y hacen sus compras de alimentos, hasta que los preparan, disfrutan y comparten en casa.
¿Te gustaría ser parte de este reto?
Escríbenos a linnco@anahuac.mx. Estamos en busca de cocreadores que quieran unirse a nuestro equipo de trabajo, aportando su talento, experiencia y creatividad. Sea cual sea tu carrera, podrás contribuir a generar un impacto positivo en la sociedad. ¡Queremos escucharte!