Mi historia comienza en la universidad, donde me ofrecían participar en programas de acción social, algo que aún no había vívido. En lo personal, siempre busco nuevas experiencias, por lo que no tardé en unirme a uno de estos programas: Amigos Para Siempre. Ahí fue donde conocí a Max, quien al principio era tímido conmigo y yo no era muy bueno trabajando con niños en ese momento (en realidad, no me gustaban los niños); sin embargo, pasaron las visitas y siempre recordaré la forma en cómo se divertía corriendo conmigo.
Meses después, me uní a otro programa: Second Chance, en donde ciertos sábados íbamos al Centro de Reinserción Social (Cereso). En una ocasión, uno de los internos me platicó sobre lo que había pasado para estar ahí, y como buen alumno de Psicología, me quedé escuchando lo que tenía que decir. El señor entre lágrimas me agradeció por haberlo escuchado, ya que no había tenido la oportunidad de desahogarse con alguien. Me regaló un libro y una pulsera hecha por él.
Al mismo tiempo comencé en Vagones de Sonrisas, sin duda el que más recuerdos me ha dejado en estos dos años y medio de voluntariado. Siempre recordaré la sonrisa de tantos niños peleando por tener mi gorra de Mario Bros.
Y finalmente, asistí a unas Brigadas Médicas, en dónde puse en práctica lo que había aprendido en la carrera para atender a la comunidad de Chablekal. Junto a mis compañeros, atendimos a varias familias que necesitaban de atención psicológica, cumpliendo con el objetivo de cualquier alumno de esta carrera: ayudar a los demás.
Con todo esto, lo que quiero decir es que no se necesita cambiar el mundo entero para dejar tu huella en él, solo hace falta cambiar la vida de alguien para ser siempre recordado. Y eso es un privilegio.
Vive una vida que recuerdes y marca la de alguien que te recordará por siempre. - Sebastián Flores
Escrito por: Sebastián Flores | Equipo de Voluntarios Soñar Despierto
