Detrás de todos, hay una historia que hoy el mundo necesita escuchar y así inicia mi historia. Yo nací en una familia humilde, pero creyente en Dios, así que cuando era niño siempre nos obligaban ir a misa los domingos y eso implicaba levantarse muy temprano, por lo que no era tanto de mi agrado. Cuando tenía alrededor de 10 u 11 años, mis padres trabajaban todo el tiempo, mi mamá se iba desde muy temprano y volvía casi anocheciendo y mi padre se tenía que ir a vender fuera de tabasco y tardaba algunas semanas sin verlos. A partir de ese momento, es donde conozco el voluntariado por primera vez, quizás como era niño no sabía aún qué era el voluntariado, pero sí me llamaba mucho la atención como unas catequistas pasaban casa por casa a buscar a los niños que sus padres no podían llevar a la catequesis, incluyéndome a mí. Me intrigaba como el amor y el servicio de aquellas catequistas no fallaba ningún sábado a pesar de que no recibían ninguna gratificación monetaria ni nada por el estilo. Posteriormente, me enamoré de Dios en todas sus totalidades, me uní a un grupo juvenil y a un movimiento donde aprendí hacer voluntariado que se basaba en llevar comida a hospitales y en la calle, ir dando abrazos a otras personas, y dar ayuda al que lo necesitaba. Por lo que en mi adolescencia y en mi juventud viví en el servicio a Dios y a los demás.
El voluntariado cambió mi vida completamente, me convirtió en una persona alegre, humilde, servicial y me hizo conocer que tan fuerte eran estas dos palabras unidas: servicio y amor. Hace ya dos años, me llegó un llamado muy importante en vida que fue un parteaguas de cerrar ciclos y abrir otros. Este llamado de amor fue de parte de uno de mis mejores amigos que hace algunos años atrás dejé de verlo por las distancia de nuestros estados, sin embargo, nuestra amistad era fuerte y seguía intacta. Mi amigo me invita a formar parte de ALMA ASUA 2018 para dar una conferencia y mi respuesta fue un Sí y este sí, cambió mi vida. Era por primera vez que la universidad Anáhuac Mayab hacía sus primeras misiones con Compromiso Social. Era un proyecto nuevo que duró una semana, donde conocí grandes amigos, más a Dios y sobre todo entendí que no hay corazón más grande que el de un voluntario, ya que en una semana le cambiamos la vida a muchas familias.
Después de la semana de Alma ASUA tuve que regresarme a Campeche donde vivía en ese entonces, pero mi corazón ya estaba completamente enamorado del voluntariado. Además, tenía muchas ganas de conocer la universidad porque jamás había escuchado que en las universidades hicieran voluntariados. Pasaron algunos meses, y me invitan los coordinadores de Compromiso Social a un fin de semana de ASUA CONSTRUYE. Realmente no tenía idea de qué era eso, pero una de mis cualidades es que jamás me ha dado miedo las aventuras y más aún porque ya estaba completamente enamorado. Este fin de semana me di cuenta que para ser voluntariado no existe clases sociales, solo se necesitan las ganas de querer ayudar, ya que era un voluntariado donde alumnos de las carreras de diseño y arquitectura, los cuales habían abandonado por un fin de semana todos sus lujos, iban a dejar una huella en una comunidad en donde remodela ríamos una capilla. Era un trabajo muy cansado y complicado, debíamos hacer mezcla, cargas grava, cemento y todo lo que se usa en construcción, trabajamos en conjunto, hombres y mujeres, en el sol y una vez más entendí que “el que no sirve para servir no sirve para vivir “.
Comencé a reflexionar sobre mi vida y de cómo también fui ayudado en cada etapa difícil por personas que hacían voluntariado en mí y eso me hizo amar más el voluntariado. Pasa un año, y llegó Alma ASUA 2019 donde fui invitado por segunda vez. Aunque ya no eran las mismas personas en ese entonces, seguía teniendo el mismo corazón de servicio y amor hacia los demás, estaba muy contento de volver a disfrutar esa semana. Sin embargo, en este Alma ASUA ocurrió algo increíble y fue recibir una beca para estudiar en la universidad de mis sueños. Y la llamo la universidad de mis sueños porque no solo tengo un nivel educativo excelente, sino que también tengo una vida de universitario en donde vivo y disfruto diversas áreas del voluntariado como: Vagones de Sonrisas, Salud en Movimiento, Soñar Despierto y otros programas de ASUA. Y, gracias a cada voluntario, he podido seguir sirviendo y entregando amor a diversas personas. De igual manera, he conocido a mis mejores amigos haciendo voluntariado, he tenido la oportunidad de dar conferencias en la institución y crecer profesionalmente. Mi meta de vida es dar conferencias a nivel nacional, crear fundaciones y seguir toda mi vida haciendo voluntariado porque mi voluntad de hacer grandes cosas no tiene límites.
"La medida del amor, es amar sin medida" - San Agustín.
Escrito por: Moises Bautista de los Santos (Mosho) | Presidente Alma ASUA