“Cuando era una niña en mi nativa Colombia, vivía en la zona rural montañosa de ese hermoso país. Fue a comienzos de los años 70 cuando nos llegó una cartilla sobre la finca integral autosuficiente (FIA), un modelo donde se proponía que la familia campesina usara todos los recursos disponibles: suelo, agua, animales y plantas para producir alimentos de forma natural e integral”.
De esta forma comienza la historia de una mujer que ha dedicado su vida a implementar y conocer más de la sostenibilidad, la Dra. Patricia Ocampo, directora de Visión Global y Sostenibilidad Anáhuac Mérida.
La idea de sostenibilidad es antigua, pero comenzó su popularidad desde la publicación en marzo de 1987 del informe “Nuestro Futuro Común” de la Comisión del Ambiente y el Desarrollo de la Naciones Unidas (también conocida como la Brundland Comission).
En el sentido amplio sostenibilidad se refiere a la capacidad de mantenerse, o sostenerse en el tiempo, mantener y sostener la vida, algo que nuestras mujeres y madres siempre han hecho. Las más antiguas mitologías reconocían a la tierra y a la naturaleza como una mujer, una madre.
De acuerdo con informes de Naciones Unidas y otras organizaciones internacionales, el cambio climático y el daño ambiental tienen un mayor efecto sobre mujeres y niñas, pero al mismo tiempo se reconoce que son ellas los componentes fundamentales en las estrategias de reducción y mitigación del cambio climático.
Las mujeres tienen gran participación en la alimentación, nutrición, educación, así como el cuidado de la familia. Además, al estar en contacto con los elementos naturales como el agua, las plantas, las semillas, los quelites, etc., ellas se convierten en agentes de conocimiento al tener tienen una mayor comprensión del funcionamiento de estos recursos naturales.
Cabe mencionar que, en los países en vía de desarrollo, en promedio, el 43% de la fuerza laboral en la agricultura está compuesta por mujeres, además de acuerdo con las estadísticas de la FAO, dos terceras partes de los 600 millones de productores pecuarios pobres en el mundo, son mujeres.
Ahora bien, nuestro sistema alimentario ejerce una fuerte presión en la naturaleza, ya que el 29% de las emisiones de gases de efecto invernadero procede de la cadena de suministro que lleva los alimentos de la granja a la mesa y que por lo menos el 35% de todos los alimentos producidos se desperdicia. En su mayoría, las mujeres son quienes están encargadas de la alimentación y nutrición de las familias, por lo que su intervención en el sistema alimentario debería ser crucial para el diseño e implementación de nuevas e innovadoras estrategias de reducción y mitigación.
De acuerdo con FAO (2011) si las mujeres en la zona rural tuviesen el mismo acceso que los hombres a actividades productivas, la producción agrícola y pecuaria podría incrementarse y se podría alimentar aproximadamente 150 millones adicionales de personas. Además, de acuerdo con este informe un incremento de 10 dólares en el ingreso de una madre de familia alcanza la misma mejora nutricional y de salud en los niños, que un incremento de 110 dólares en el ingreso de un padre de familia.
Un estudio de Smith y Haddad (2000) encontró que, la educación de la mujer contribuye en un 43% a la reducción en la desnutrición de los niños comparado con un 23% si solo se mejora la accesibilidad a los alimentos.
La base de la agricultura es la biodiversidad, y el cuidado de ella es esencial para la producción de alimentos, la seguridad alimentaria, la nutrición y el bienestar de las poblaciones. Con lo mencionado, las mujeres son, por definición y debido a las tareas que desempeñan, las cuidadoras y conocedoras de la naturaleza y los ecosistemas.
Las mujeres al ser más de la mitad de la población mundial se convierten en la mitad de nuestro talento, así que en momentos tan críticos como los que estamos viviendo, entonces deberíamos hacer uso de todos nuestros talentos.
La historia es testigo, la Doctora Gro Harlem Brundland, primer ministro de Noruega, quien presidio la Comisión del Ambiente y el Desarrollo de la ONU y presentó el informe “Nuestro Futuro Común”, ese llamado urgente que nos dio el concepto de Desarrollo Sostenible. Asimismo, encontraremos a nuestra maravillosa Cristiana Figueres, quien ha sido secretaria ejecutiva de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC) y negociadora incansable en la aplicación de políticas de sostenibilidad en nuestra América Latina y el mundo.
Por ellas y por todas esas otras maravillosas e incansables mujeres, en nuestras ciudades, nuestras zonas rurales, nuestras universidades, en cada rincón del mundo, debemos reconocer y entender el importante papel que presiden las mujeres en nuestra lucha por crear de un mundo más sostenible y socialmente responsable, un mundo para todos.
Colaboración de Dra. Patricia Ocampo Thomason