Nadie niega que estudiar un Posgrado implica tiempo y dedicación, pero muchas personas creen que estudiar una Maestría requiere darle la espalda por completo a tu vida profesional y personal. La realidad está muy alejada de eso. Sigue leyendo para saber más.
La inversión de tiempo es una de las causas más frecuentes de deserción a nivel posgrado. Destacan dos formas en las cuales, desde la perspectiva del estudiante, el tiempo podría ser un impedimento: ideas erróneas acerca de cuánto tiempo requiere estudiar una Maestría y poca planificación u organización.
Como cualquier compromiso, especialmente académico, una Maestría implica dedicación. Dependiendo del plan de estudios, tendrás que dedicar un aproximado de 10 horas a la semana hasta por dos años.
Si esto resulta demasiado demandante para tu estilo de vida, ¡no tienes por qué rendirte! Puedes intentar, por ejemplo, elegir un curso o diplomado para mantenerte actualizado y cultivar tu capital intelectual; la Educación Continua viene en muchas formas.
Un estudio realizado por la Universidad de Guadalajara revela que quienes abandonan un Posgrado terminan redirigiendo el tiempo que le dedicaban a los estudios de vuelta hacía su trabajo y familia. Para las mujeres suele ser más complicado, ya que las expectativas del matrimonio y la maternidad a veces parecieran opuestas a la posibilidad de estudiar una Maestría. Sabiendo esto, es difícil no ver la vida académica, profesional y personal en jaque. Sin embargo, no tiene por qué ser así: es más que posible salir adelante. Aquí te presentamos algunos consejos para balancear vida y trabajo al estudiar una Maestría:
Tener tus prioridades en orden es el primer paso para organizarse. Es necesario que hagas un ejercicio consciente para revisar tu horario día con día e identificar qué es lo que verdaderamente valoras, así como cuánto tiempo le quieres dedicar a cada aspecto de tu vida.
Es particularmente peligroso pensar que el problema es el trabajo o la familia. Ninguno de estos son impedimentos para lograr tus metas y, por el contrario, pueden incluso ser una fuente de motivación. La clave está en entender lo laboral, familiar y académico como aspectos integrales de un proyecto de vida que se equilibran con la planeación y organización.
Es fácil sentirse identificado con el “no tengo tiempo”. En realidad, esto muchas veces es realmente falta de planeación. En cambio, si priorizas y planeas tu tiempo, puedes armar una agenda donde le asignes a todo, el tiempo que merece. Y sé disciplinado: si es momento de estudio, enfócate en eso; si es tiempo para estar con tu familia, no revises correos ni hagas tareas. Eso te ayudará a sentirte menos estresado y a dedicarle tiempo de calidad a tu familia, estudio y trabajo.
Al final, descubrirás que el esfuerzo de reingresar a la vida académica vale la pena y que no tiene que significar poner en pausa tu trabajo y familia. Es tan solo cuestión de saber cómo organizarse para estudiar una Maestría.