Para iniciar, es importante entender cómo funciona una economía. Y funciona de forma circular prácticamente, con vínculos entre las familias, sector externo, las empresas y gobiernos.
Las familias obtienen dinero al trabajar en alguna empresa como empleados o en su propia actividad económica ya sea un negocio, siembra, pesca o un servicio que dan ellos mismos.
Con ese dinero buscan satisfacer sus necesidades por lo que adquieren ropa, comida, pagan una vivienda, transporte, servicios de salud, educación, viajes, recreación y otro tipo de servicios. También con estos recursos se realiza el pago de impuestos al gobierno.
Cuando se tienen ingresos, se consumen y se compran bienes y servicios de los sectores productivos. Así se alienta la producción y la oferta de servicios. Cuando hay inversión se generan más empleos y los ingresos generales se incrementan y se consume más, y ese efecto positivo lleva a más producción y a más inversión lo que ocasiona un crecimiento económico.
De esta manera, el gobierno recibe más impuestos y puede satisfacer algunas funciones que le corresponden: obras urbanas, caminos, salud, educación y por supuesto seguridad y otros servicios importantes para la comunidad.
Todas las economías del mundo, -tal vez con excepción de Corea del Norte-, funcionan tal como la hemos descrito.
Sin embargo, ante la pandemia del COVID-19, países enteros han entrado en cuarentena para evitar un contagio generalizado que rebase la capacidad de atención de los hospitales y esto, genera un impacto económico a nivel local, nacional y global.
Aquí te compartimos algunas razones por las que la pandemia del COVID-19 ha frenado la economía en todos los sectores y en todo el mundo:
Cuando la gente deja de ir a trabajar, de comprar, de comer fuera y, evidentemente, el consumo se detiene. Algunas empresas, sobre todo las pequeñas que son las que más empleo generan, dejan de emplear a la gente porque la producción y muchísimos servicios dejan de ser demandados, restaurantes, cines, tiendas, viajes, hoteles, deportes.
Cuando se reduce la demanda de bienes o servicios, pero continúan los pagos de impuestos, de insumos, de proveedores y más, muchas empresas se ven obligadas a despedir gente o reducir sus horas de trabajo. Por tanto, los ingresos de las personas despedidas se reducen y dejan de consumir.
Se dejan de comprar bienes de consumo de todo tipo, los no duraderos y los duraderos, como autos, refrigeradores, televisores y se posponen incluso mejoras en los hogares. Se posponen muchos planes y compras e inversiones. Solo se realizan compras de alimentos, de limpieza y los estrictamente necesarias.
El consumo se detiene, y por lo tanto las actividades productivas. Lo mismo sucede con las compras y ventas que hacemos con otros países. Nuestros bienes de exportación -que para producirlos generan mucho empleo-, dejan de ser demandados. En contraparte, si nosotros dejamos de importar, provocamos que se detenga la producción en otros países y que se despida a la gente.
El costo en empleo y la caída de la producción es incalculable, porque va a depender de qué tan pronto se logre controlar el contagio. Hay estimaciones que ponen una pérdida de producto del 30 al 50% en el segundo trimestre en la economía americana. En ese caso, México tendría una mayor caída.
De ahí la importancia de “aplanar la curva” de contagios lo más pronto posible para que el impacto económico del brote de Covid-19 también se reduzca. Mientras más pronto logremos salir de esta contingencia, más pronto podremos reactivar la economía local, nacional y, por ende, a nivel global.
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Dr. Luis Foncerrada
Director de la División de Economía y Negocios
Universidad Anáhuac Mayab