Desde que suena nuestra alarma hasta que llega la hora de descansar, estamos en estado de prisa constante. Vivimos en un mundo donde impera la inmediatez… si el celular tarda en cargar o si la fila de coches no avanza, entre otras situaciones diarias, nos desesperamos.
Son esos pequeños brotes de estrés constante lo que ocasiona que tanto niños, adolescentes, jóvenes y adultos nos desregulemos, nos frustremos, perdamos la paciencia y nos enojemos, al no saber enfrentar los cambios y adaptarnos a los distintos retos diarios. Entonces ¿Qué hacer?, la respuesta y pieza clave se llama: autorregulación.
Se refiere a la habilidad o capacidad de controlar nuestras emociones y comportamiento de acuerdo con las demandas de la situación. Poseer esta habilidad implica una mejor calidad de vida emocional para todas las personas, sean niños, jóvenes o adultos. En un mundo lleno de estímulos constantes y demandas urgentes, desarrollar la autorregulación es esencial para mantener el equilibrio emocional y enfrentar los desafíos diarios con mayor resiliencia.
La autorregulación no solo mejora nuestra calidad de vida emocional, sino que también nos ayuda a tener relaciones interpersonales más saludables, a ser más productivos y a tomar decisiones más acertadas. Cuando somos capaces de regular nuestras emociones, evitamos reacciones impulsivas y podemos manejar el estrés de manera más efectiva. Además, es fundamental para el desarrollo personal y profesional, ya que nos permite adaptarnos a diferentes situaciones y mantenernos enfocados en nuestros objetivos.
A continuación, te presentamos 5 consejos prácticos para desarrollar la autorregulación y mejorar tu bienestar emocional:
La autorregulación es una habilidad esencial para vivir una vida equilibrada y satisfactoria. Conocer y practicar estos cinco consejos infalibles te permitirá desarrollar un mejor dominio y conocimiento de tus pensamientos y emociones, promoviendo un pensamiento reflexivo y enfocado en soluciones. ¿Y tú, qué tanta autorregulación tienes?
*Escrito por Mtra. Carmen Coutiño Constantino, Escuela de Psicología y Psicopedagogía.