¿Qué hace que las personas nos comportemos de una forma u otra? Si te has hecho esta pregunta, seguramente esta incógnita te ha llevado por los caminos de la Psicología. Esta disciplina es la que se ha encargado, desde hace más de un siglo, de generar teorías para explicar la naturaleza de la psique. La mente humana es tan vasta y compleja, que el conocimiento nunca se acaba para esta área de estudios.
Si egresaste de una licenciatura en Psicología y quieres especializarte, continuar tu desarrollo profesional y personal o encontrar nuevas y mejores formas de acercarte a tus pacientes, entonces seguramente estarás considerando continuar tu formación estudiando un posgrado.
En las líneas siguientes te hablaremos acerca de la Terapia Familiar, y porqué estudiar una maestría especializada en esta área te brindará múltiples beneficios tanto en lo personal, como en lo profesional.
Probablemente habrás leído o escuchado que la familia es el núcleo en el que desarrollamos nuestras dinámicas sociales. Esta frase es más que una idea; la familia, efectivamente, es la base de todo sistema relacional.
La terapia familiar, o terapia sistémica, es un tipo de terapia psicológica concebida para ayudar a los miembros de la familia a mejorar su comunicación y resolver los conflictos. Se caracteriza por ser una terapia de corta duración (usualmente no mayor a 6 meses) en la que intervienen todos los miembros de la familia, o bien quienes estén dispuestos a llevarla.
El enfoque de este tipo de terapia no busca desentrañar el origen de los problemas en el individuo mismo, sino en cómo los miembros de las familias interactúan y cómo es que estas interacciones moldean los hábitos mentales y emocionales.
Empecemos por lo más concreto: al egresar de una Maestría en Terapia Familiar, estarás ingresando a una especialidad con alta demanda. En ese sentido, tus oportunidades como profesionista se amplían exponencialmente.
Por otro lado, están los beneficios que la experiencia académica te traerá como individuo. Robert R. Carkhuff elaboró un modelo de relación terapeuta-paciente. El autor, mejor conocido como el “padre del estudio de las relaciones humanas”, enfatiza en nueve aspectos que todo terapeuta debe tener en cuenta durante la terapia:
Esto implica que el especialista en terapia familiar trabaja constantemente sobre sí mismo, ya que entiende que el trabajo de autoconocimiento no está separado del éxito de su terapia.
La manera en la que enfrentamos las situaciones, así como nuestras relaciones en sociedad, son el reflejo de nuestro ser y de nuestro hacer en el interior de nuestra familia. La terapia familiar, al trabajar sobre estos modelos de interacción, fomenta la comprensión mutua, la empatía y la colaboración.
Como especialista en terapia familiar, ofrecerás habilidades para profundizar en las relaciones familiares y superar momentos de estrés, tratar problemas maritales, financieros, resolver conflictos entre padres e hijos, etc.
Cuando el tejido familiar es fuerte y está basado en una comunicación sana y asertiva, el tejido social se va volviendo más armonioso y sano. Como especialista en terapia familiar, por lo tanto, tendrás en tus manos la responsabilidad - y el privilegio- de hacer una verdadera reestructuración social.