Alguna vez te has preguntado: ¿Cuál es mi misión en este mundo? ¿Cuál es mi motor para levantarme cada mañana? Pero lo más importante, ¿cómo puedes contribuir a mejorar el mundo y la sociedad en la que vives?
Son tantas las necesidades que percibo a diario en las noticias, en el país, en el estado, en mi cuadra, en general a mi alrededor, que quisiera tener mil brazos y piernas para poder ayudar a todos; tener mucha comida, para alimentar al que tiene hambre; tener muchas cobijas para cubrir al que tiene frío; pero he aprendido que solo necesito mi corazón, dejarlo a disposición de Dios y Él me guiará.
Desde mi perspectiva, puedo decirte que existen grandes causas en el mundo, en países lejanos en las que quisiéramos participar. A veces nos desanima porque no contamos con los medios económicos o las condiciones para poder hacer un viaje tan largo y entonces piensas que ser voluntario no es lo tuyo, que no naciste para esto; pero ¿has mirado a tu alrededor? Tal vez muy cerca de ti hay quien necesita algo de lo poco o mucho que le puedas dar, solo tienes que fijarte bien.
Realmente no tiene mucho tiempo que comprendí que el amor al servicio es una invitación de Dios para hacernos a su imagen y semejanza. En casa, mis padres me inculcaron que “si yo tengo un pan y tú no tienes ninguno, ambos tenemos medio pan”.
Sin embargo, fui creciendo y no había causa que me motivara pues lo veía como una tarea común en nuestra vida, hasta cierto punto no tenía más motivación que mi deporte. Y creo que fue ahí cuando me alejé de Dios. Me concentré tanto en otras cosas que perdí de vista que mi misión era servirlo a ÉL, pero es tan sabio y poderoso que a través de esta pasión que aparentemente me alejaba me fue moldeando a su voluntad.
Una experiencia inolvidable fue participar en ASUA CONSTRUYE en Puebla, muchas familias habían perdido su casa debido al terremoto del 19 de septiembre de 2017 y el proyecto era construirles un hogar. Un joven llamado Eduardo que nos ayudó en la construcción me dejó una lección enorme. Cuando entregamos la casa le preguntamos si él viviría ahí y nos dijo que no, que él vivía en una casa de campaña a unas cuadras y nos enteramos que no solicitó el apoyo, pues él decía “tengo un techo y un trabajo y algún día lograré construirla, ahora hay personas que lo necesitan más que yo, ayúdenlos”, escucharlo me lleno de fuerza el corazón. Muchas veces nos quejamos de cosas insignificantes junto a la realidad de Eduardo, un joven desde su trinchera y sin tener mucho, fue un voluntario que se sumó a nuestra causa.
Poco a poco la idea de lograr que más deportistas vivieran la experiencia del voluntariado se volvió mi propósito, cada cosa fue surgiendo como si alguien lo tuviera preparado para mí, así llegó LEONES ASUA y con esto la Liga Estatal de Basquetbol por la Inclusión. Este proyecto nos permitió llevar a 28 chicos de esta liga a la CDMX a presenciar un partido de la NBA, un sueño para ellos. Durante el viaje, Jael uno de los niños, nos dijo: “les quiero agradecer por traerme, nunca había viajado en avión, pero les quiero dar las gracias por tratarnos igual que a las demás personas, porque ustedes nunca hicieron diferencia por nuestra discapacidad”. Esto fue lo más hermoso que alguien pudo decirnos y lo que cambió la vida de muchos que hasta el día de hoy continúan como voluntarios en este programa.
La madre Teresa de Calcuta alguna vez dijo “A veces sentimos que lo que hacemos es una gota en el mar, pero el mar sería menos si le faltara esa gota”. Siempre nos estamos preocupando por impactar a lo grande cuando podemos hacerlo en nuestra casa, calle o colonia. No tienes que recorrer el mundo para encontrar una causa, están más cerca de lo que crees, solo mira a tu alrededor, siempre hay alguien que necesita tu ayuda. Ninguna causa es pequeña cuando hay grandes voluntarios.
“El corazón de un voluntario es la fuente de poder que hace girar el motor de su vida, es lo que logra grandes cambios a partir de pequeñas acciones”. Adriana Concha.
Escrito por: Adriana de Jesús Concha Zapata | Presidenta de Leones ASUA