Vivimos en una era en la que la atención es un recurso escaso. Las marcas, los espacios y los productos ya no compiten solo por ser vistos, sino por ser recordados. En este contexto, el diseño multisensorial surge como una poderosa herramienta para crear conexiones profundas entre las personas y las experiencias que las rodean. Porque al final, lo que realmente permanece no es lo que vemos, sino lo que sentimos.
Durante décadas, el diseño se centró principalmente en lo visual como la forma, el color, la tipografía o la composición eran los protagonistas. Sin embargo, el ser humano no percibe el mundo únicamente a través de la vista. El olfato, el gusto, el oído y el tacto también moldean nuestra manera de comprender el entorno y de generar recuerdos.
Ahí es donde entra en juego el diseño multisensorial, una disciplina que busca estimular varios sentidos de forma intencionada para generar una experiencia sensorial completa y memorable. No se trata solo de “ver bonito”, sino de crear sensaciones que transmitan una emoción o un mensaje coherente con la identidad de una marca, un producto o un espacio.
Por ejemplo, ¿alguna vez has entrado a una tienda y reconocido el aroma incluso antes de ver el logotipo? ¿O has sentido que un restaurante te “sabe” a lo que promete su decoración? Eso es diseño multisensorial en acción.
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El cerebro humano asocia los estímulos sensoriales con emociones y recuerdos de forma casi instantánea. Según diversos estudios en neurociencia del comportamiento, cuando varios sentidos se activan simultáneamente, el nivel de recordación aumenta significativamente.
Esto explica por qué las experiencias que involucran más de un sentido tienden a ser más impactantes y duraderas. El olor a pan recién horneado en una cafetería, la textura del empaque de un producto premium o el sonido que emite una marca tecnológica al encender sus dispositivos no son casualidad, son parte de una estrategia cuidadosamente pensada.
El diseño multisensorial se apoya en este conocimiento científico para conectar con las emociones y generar confianza. De hecho, el 75% de las emociones que sentimos cada día están influenciadas por lo que olemos, y los sonidos adecuados pueden modificar nuestra percepción del tiempo o del valor de un producto.
Cuando todos los sentidos cuentan una historia coherente, la mente la asimila como una experiencia auténtica.
Un buen diseño multisensorial no ocurre por accidente. Requiere de planificación, estrategia y una profunda comprensión del usuario. ¿Pero, cómo se integran los sentidos en diferentes etapas del diseño?:
Aunque el diseño multisensorial busca ir más allá de la vista, la percepción visual sigue siendo el primer contacto. Los colores, la iluminación y las formas transmiten mensajes inmediatos. Por ejemplo, los tonos cálidos invitan a la cercanía, mientras que los fríos comunican sofisticación y calma. La clave está en equilibrar lo visual con lo que los otros sentidos comunicarán después.
El sonido tiene la capacidad de generar atmósferas y evocar emociones. En el entorno digital, los microsonidos (como los clics o notificaciones) también son parte del diseño. Las marcas utilizan paisajes sonoros y melodías propias para reforzar su identidad. Una cafetería que usa jazz suave, por ejemplo, busca inducir tranquilidad y permanencia.
El olfato está directamente conectado con el sistema límbico, el centro de las emociones y los recuerdos. Por eso, un aroma distintivo puede volverse una poderosa herramienta de fidelización. Hoteles, aerolíneas y boutiques de lujo lo saben bien, cada espacio tiene su propia “firma olfativa” que se asocia con bienestar, exclusividad o confort.
La textura de un material puede transformar por completo la percepción de calidad. Un empaque de cartón rugoso y natural puede transmitir sustentabilidad, mientras que uno satinado genera sensación de lujo. El diseño multisensorial aprovecha el tacto para conectar lo tangible con lo emocional, reforzando el mensaje que se quiere comunicar.
Aunque no siempre está presente, el gusto puede ser clave en experiencias gastronómicas o en productos que apelan al placer sensorial. Degustaciones, catas o eventos de marca pueden integrar sabores para completar la experiencia. Lo importante es la coherencia entre lo que se ve, se escucha, se huele y se saborea.
El diseño multisensorial se aplica en múltiples industrias, desde el retail hasta la arquitectura o el marketing experiencial. Algunos ejemplos icónicos muestran cómo los sentidos se pueden coordinar para crear experiencias inolvidables:
Estos casos demuestran que los detalles no son superficiales, sino esenciales para conectar con las emociones y crear memorias duraderas.
Podría parecer que el diseño multisensorial solo pertenece al mundo físico, pero su influencia en el entorno digital está creciendo. Las interfaces, los videos, los podcasts y la realidad virtual están ampliando la forma en que percibimos las experiencias digitales.
Por ejemplo:
En este sentido, el diseño multisensorial se convierte en un puente entre lo físico y lo digital, ayudando a construir experiencias sensoriales que trascienden la pantalla y se perciben como reales.
Adoptar un enfoque multisensorial no solo mejora la experiencia del usuario, sino que también aporta ventajas competitivas claras:
Implementar el diseño multisensorial no requiere grandes presupuestos, sino una mirada más integral y empática hacia el usuario. Aquí algunos pasos prácticos para comenzar:
El reto está en lograr equilibrio, no se trata de saturar los sentidos, sino de estimularlos con intención y coherencia.
El diseño multisensorial está redefiniendo la manera en que concebimos los entornos, productos y experiencias. Nos recuerda que el diseño no solo se mira, sino que se vive. Lo visual ya no basta, conectar con los sentidos es conectar con la esencia humana.
Y ahí radica el verdadero poder del diseño multisensorial: hacer que las experiencias se sientan más allá de la vista.