Hablar de startups no es sólo una moda. En México se ha impulsado sin precedentes a los emprendedores durante la pasada década, contando con el hecho de que la mejor creación de empleos provendrá de jóvenes empresarios mexicanos y, gracias a este incansable impulso, hoy contamos con un ecosistema más maduro y amigable que el de hace ya algunos años.
Sin embargo no basta con solo crear estas llamadas startups, es necesario ver más allá. Las compañías creadas por emprendedores mexicanos tienden a quedarse estancadas en la fase inicial, pues al no estar diseñadas para “escalar”, en ninguna fase de su crecimiento buscan ser relevantes o verdaderamente importantes para una industria o sector. En otras palabras: estamos dando mucho impulso para crear y subsistir, pero no para crecer o acelerarse.
Y no mencionamos la palabra escalar de pura casualidad. Una scaleup es la siguiente fase de una startup (lo sé, lo sé, son muchos términos que pueden sonar aburridos… pero créeme, son necesarios para diferenciar lo técnico). Es decir: un negocio que busca crecer sus ingresos, tener un modelo de negocios duradero, aumentar la cantidad de empleados y agregar valor mediante la colaboración con empresas ya establecidas.
Para que una compañía pueda convertirse en una scaleup necesita tener un retorno anual promedio mayor al 20% durante los últimos tres años y tener por lo menos 10 empleados, de acuerdo con estatutos dictados por la OCDE.
¿Tienes una startup y quieres escalarla? ¿No quieres que tu empresa desaparezca con el tiempo? ¿Te interesa ser relevante en la industria y vencer a tu competencia? Ten en cuenta que este cambio requiere una nueva mentalidad, pero sobre todo el salto debe tener lugar en las primeras etapas de la vida de una empresa.
Todo el tiempo hay empresas creándose con grandes ambiciones y expectativas de crecimiento. En el mediano a largo plazo, sin embargo, su éxito depende de su capacidad para transformarse. Las que logran esta transformación se convierten en una scaleup.
La lucha por la supervivencia es la característica definitoria de estas organizaciones, cuyo objetivo principal -después de la etapa inicial de aumento de capital- es adaptarse a un modelo comercial escalable. Como la mayoría de los ejecutivos saben, el hecho de no hacer esta transición conduce a la muerte prematura de muchas nuevas empresas
Las startups representan uno de los errores o vicios más comunes en el pensamiento emprendedor: la búsqueda de resultados inmediatos. Las scaleups tienen una perspectiva a más largo plazo: se necesita al menos una década para crear un proyecto verdaderamente valioso que genere ganancias y rendimientos constantes. El proceso de creación es solo un pequeño paso en un viaje mucho más largo. La cultura de crecimiento a cualquier costo es un error. ¿Recuerdas Facebook y su política de “crece rápido y rompe cosas”? Pues envejeció muy, pero muy mal.
La transición desde el inicio implica aprender constantemente del entorno global en eterno cambio en el que vivimos hoy en día. El mercado internacional es el nuevo campo de juego, ya no existen las empresas locales, y el heroísmo inicial del emprendedor debe dar alegre paso al objetivo colectivo de un equipo comprometido con el éxito de la organización.
La estructura de trabajo es un arma clave para escalar una empresa. En este cambio de estatus, el fundador es menos importante que el equipo y la confianza para hacer el trabajo. Se convierte en un líder, más que un administrador, y una de las lecciones que más rápido él o ella aprenderá es que “eres tan bueno como el equipo que te rodea.” Reunir este rompecabezas es un paso laborioso pero esencial en la transición de la startup hacia un modelo escalable.